jueves, 24 de diciembre de 2020

"Setenta veces siete"


 


Al contemplar este cielo navideño, aparecen los fuegos artificiales de los recuerdos. 

Brillan, muestran sus colores y su belleza y se extinguen lentamente, no respiramos, para verlos en todo su esplendor, para no perder "eso" que hemos guardado de cada encuentro y cada persona.

Claro que también nos invaden los fuegos de artificio de las emociones... que se expanden en todos sus colores, ahí es cuando dejo pasar la tristeza, el desencanto, los desengaños y engaños, no deseo permitirme el arrepentimiento de haber vivido. 

Porque de eso se trata.

De todo.

 De tantos intentos por ser feliz, por lograr el bienestar, la armonía en lo material y espiritual.

 Esas caídas que más tarde nos dieron la respuesta de su significado. Que nunca fueron un castigo, ni producto de nuestras torpezas, sino un lugar por donde debíamos pasar... para aprender. 

Así, todo lo que perdemos se nos es devuelto, pero mejorado, más para nosotros.

Y volvió el amor de la juventud... con su mismo asombro, la misma tibieza en las manos y la misma canción en las miradas...volvió mejorado, sin engaños ni trampas, sin desconfianza, sin lugares incómodos, ni rostros que no miran de frente. 

Volvieron los amigos...esos que sortearon tantas trampas como nosotros, tantos desengaños, idas y vueltas, esos que fueron capturados engañosamente por la ambición de otros... esos guerreros encontrados en el camino que hoy son nuestros amigos.

Volvieron los compañeros... los que se siguen luchando, más allá de sus años, con la misma rebeldía de antaño. con el mismo dolor por los caídos, por las armas y por las leyes.

Volvieron los hijos...llevados por la vida, hacia otros  puertos, donde buscaron los recursos para la travesía, siendo hombres y mujeres.

"Hechos y derechos", como decían nuestros padres y eso mismo, le enseñamos a nuestros hijos, con las armas codificadas con el honor, el respeto a su ancestros y su cultura. 

La búsqueda de las raíces, para sostener la copa de los acontecimientos venideros.   

Volvió la vida...donde la muerte había sembrado sombras y desconcierto...nostalgia y tristeza. 

Volvió la flor...la que dejamos sobre las tumbas y la que nos acaricia cada mañana al mirar por la ventana.

Volvieron las sinfonías del alma...que sigue estremeciéndose con la belleza, con el misterio de Dios, con la creación, recordándonos a cada paso lo perfecto del universo del cual somos parte.

 Toda una melodía sagrada, que se manifiesta desde el comienzo de los tiempos, que nunca nos ha excluído, ni marginado,  sino que nos permite danzar al unísono de sus colores. 

Volvieron los nuevos desafíos... igual de agudos, el mismo Goliat, enfrentando nuestras fuerzas e ingenio. 

Volvieron las pestes...dejando nuevamente a Job, en la orillas de la ciudad y con él, la enseñanza que lo que perdemos, aunque nos arranque las entrañas, en su momento, siempre vuelve mejorado y bendecido.

Y volvió el secreto del amor...el único don, que nunca debemos perder, porque es ahí donde nuestros enemigos, nos ganan todas las batallas. 

Por eso, aún reconociendo la crueldad, la injusticia, la insensibilidad y la opresión de aquellos que someten a los pueblos...aún más allá de las tiranías, dictaduras ilegales y las otras, nunca debemos recalar en el odio que mina nuestras almas y nuestro juicio, sino responder como Jesús a Pedro...

_perdona setenta veces siete_

P/D Para que florezca el árbol de la justicia divina, hay que regarlo con verdad y abonarlo con coraje y valentía.

Alia Hakima Kader Tetik

Combatiente de la fe. 

todos los derechos reservados. 


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