domingo, 20 de junio de 2021

"A Rosita no la veo pasar..."

 

Se informa, decía el comunicado que el presidente de la Corte Suprema Barrial, acaba de fallecer. 

El presidente tenía el control de todo lo que sucedía hasta la mínima hoja que se movía en la cuadra y alrededores.

A Rosita no la veo pasar decía... y ahí se lanzaba el barrio, a buscar a Rosita, por si algo le hubiera sucedido a sus 85 años, había que controlar su paso hacia el mercado. 

Corrimos todos, procesados, indagados y condenados. Al pié del cañón.  

Elena pasó con su madre y el perrito, pero no la ví bien. 

Raras maneras de inducir a reconocer en ellas, vecinas respetables

Me acerqué sigilosamente donde se hallaban procesados, indagados y condenados en asamblea. 

Entré sin mirar a nadie ni pedir permiso, conociendo la historia de todos y su relación con el presidente.

Puedo ver su cara, moviendo su mentón con un viste? miralos ahora, todos unos falsos, claro que esta úlitima palabra hay que darle un " tono-tano" y potenciarlo hasta convertirlo en grito del increíble Hulk. 

Todos se hallaban en la sede "Cueva Literal" del presidente, hasta su hijo que esperó por treinta y cinco años,con su número de teléfono en el bolsillo derecho, para llamarlo.."por si algo le pasaba"

Estaba segura que vendría, pero no por ella, sino por la casa y su dinero. 

Ahí estaba el hijo, condenado, pero no se inmutaba en ver los montículos de basura, que invadían la cueva hasta el techo con bolsas de residuos, que seguramente contenían los expedientes de todo un barrio, en más de cincuenta años. 

El presidente tenía todo el poder.
Podía interpelarte en medio del mercado preguntándote por tu madre porque no la visitabas, o decirte _gracias por pasar a preguntar como me encuentro o si necesito algo,_ o directamente se paraba ante tí, te miraba unos minutos, movía la cabeza y se iba, dejándote desnudo y en el patíbulo, a merced de miradas inquisidoras.


Parada ahí imaginé su cara y sus palabras...


Su manera de decirme, que me contás? para estirar las comisuras de los labios y mover en sentido negativo su cabeza. 

Había tanto alboroto embarbijado, buscando papeles, que nadie reparó que yo no tenía puesto el mío, porque fui así, como vino la cosa. 

Sabía que mi persona particularmente había sido "absuelta" en un dictámen que llevó bastante tiempo, lo que me permitía actuar y hablar con cierta autoridad para pronunciar esas palabras que huyeron de mi boca sin barbijo _ al fin dejó de sufrir._ todos los presentes giraron hacia mi y continué..._tantos años esperando su hijo..llamando a su "Pelusa" que nunca la vino a ver...

el hombre, cabeza gacha, comenzó a esbozar una defensa, que paré con mi mano en alto, nooo, no se excuse ante mi...solo repetí su cantinela de dolor, día tras día, año tras año...

vendrá Pelusa? donde estará Pelusa? que será de la vida de Pelusa?, 

...un silencio siguió mis palabras, como si de inmediato, yo hubiera asumido la titularidad de presidente de la corte barrial, pero lo bueno de no tener la boca tapada es que tu corazón puede expresarse libremente. 

De repente, todos se sintieron "absueltos", en la medida, que las enormes bolsas iban camino al volquete, todos respiraban más tranquilos. Por fin se iban los expedientes tan celosamente guardados. 

Pero todos se preguntaban interiormente quien tendría en su memoria la "copia fiel certificada" de los hechos.

Y yo la tengo. Cada una de sus palabras grabadas de nuestras charlas.

 Para que nadie se atreva a hablar mal del presidente, ni mancillar su honor, además no me privaré de tener un documento histórico, que fundó mi barrio con tales hechos y personas. 

Se que mañana o cuando pasen los días, comenzaré a extrañar, no ser juzgada ni controlada, porque en verdad, ella sostenía ese andamiaje de normas y conductas que hoy se volatizan, cercados por los bunkers de los mercaderes de la muerte, que silencian los barrios, con barbijos transparentes de terror. 

Todos se fueron a la funeraria, el presidente quedó solo en el piso, con la linterna en su mano todavía encendida, seguramente sabiendo que buscaría un camino seguro luego de partir, donde ya no esperaría a nadie más.

 Antes de salir, puse mis ojos en aquellas achiras que traías a nuestras charlas y no se porqué, me parecieron más rojas que nunca. 

Yo no diré...a Maru no la veo pasar. 

Ella pasó y dejó su ejemplo de mujer guerrera, como ninguna, venciendo las circunstancias porque nunca resignó su honor ni el amor por su hijo que la había abandonado. 


 


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