miércoles, 20 de enero de 2016

"Mi Secreto" Amado Nervo

 



¿Mi secreto? ¡Es tan triste! Estoy perdido
de amores por un ser desaparecido,
por un alma liberta,
que diez años fue mía, y que se ha ido...
¿Mi secreto? Te lo diré al oído:
¡Estoy enamorado de una muerta!

¿Comprendes -tú que buscas los visibles
transportes, las reales, las tangibles
caricias de la hembra, que se plasma
a todos tus deseos invencibles-
ese imposible de los imposibles
de adorar a un fantasma?

¡Pues tal mi vida es y tal ha sido
y será!
Si por mí sólo ha latido
su noble corazón, hoy mudo y yerto,
¿he de mostrarme desagradecido
y olvidarla, no más porque ha partido
y dejarla, no más porque se ha muerto?

Sabrì ve Kader "Grabar la piel"


Dios
aplasta mi cerebro
borra todo vestigio de palabras
que retumban y muero
pasean por mi mente
van y vienen
borra esas frases hechas
" te amo
te quiero
te adoro
 te siento
 te necesito
 te espero
_este amor es eterno
sin ti es el infierno_"
Aplasta mi cerebro
o deja que me aborde la locura
abre esa puerta 
donde van los locos
bien lejos de la tierra
ahí estaré segura
 no sabré si fue cierto
si mi mente deambula
 llévame a la locura.
 es mucho lo que pido?

No necesito olvido
porque el alma no olvida
ni vive de palabras
ni pensarlas
ni oírlas
arranca de mis ojos
 imágenes que danzan
 en ese carrusel
me buscan y me alcanzan
adormece en mi pecho
 esta sed que me aplasta
la sed de su imagen
la sed de sus palabras
Levanta de mis hombros 
el peso que me arrastra
y me tiende sin fuerzas
boca abajo en la cama
mata en mi boca
 todas las palabras
esas nuevas y viejas
que dijeron mis manos
que escuché con mis ojos
esos que no pudieron
cruzar una mirada
para dejar que el alma 
recorra la otra alma
Quédate con los besos 
que nunca pude darle
También con los abrazos 
que acumulé a montones
 no olvides las caricias 
repletas de mis manos
que maduran en sangre 
que como frutas caen
Seca mis genitales
nunca llegó el amor
 hasta esos lugares
se quedaba en el pecho
en el sopor intenso
que llegaba de lejos
envolviéndome toda
abrazando mi cuerpo
brotando en los latidos 
que deseaban tenerlo
un caballo de ensueño
galopando en mis sienes 
con los labios mojados
buscando el beso ardiente
Deja que la noche 
se guarde para siempre
ésa voz que no oyeron 
nunca mis oídos
que imaginé sonidos
de amor que fui creyendo
que sorda he quedado
sorda de los te quiero,
te amo,que no fueron
entonces
cuando lejos
de mi herida me encuentre
quedarán mis despojos
 a merced de la muerte.
Allia Hakima Kader Tetik
todos los derechos reservados

jueves, 14 de enero de 2016

A mi Madre



Madre, aquí estoy: de mi destierro vengo
a darte con el alma el mudo abrazo
que no te pude dar en tu agonía;
a desahogar en tu glacial regazo
la pena aguda que en el pecho tengo
y a darte cuenta de la ausencia mía.
Madre, aquí estoy; en alas del destino
me alejé de tu lado una mañana,
en pos de la fortuna
que para ti soñé desde la cuna;
mas, ¡oh, suerte inhumana!
hoy vuelvo, fatigado peregrino,
y sólo traigo que ofrecerte pueda,
esta flor amarilla del camino
y este resto de llanto que me queda.
Bien recuerdo aquel día,
que el tiempo en mi memoria no ha borrado;
era de marzo una mañana fría
y cerraba los cielos el nublado.
Tú en el lecho aún estabas,
triste y enferma y sumergida en duelo,
que, con alma de madre, contemplabas
el hondo desconsuelo
de verme separar de tu regazo.
Llegó la hora despiadada y fiera,
y con el pecho herido
por dolor hasta entonces no sentido,
fui a darte, madre, mis postrer abrazo
y a recibir tu bendición postrera.
¡Quién entonces pensara
que aquella voz angélica en mi oído
nunca más resonara!
Tú, dulce madre, tú, cuando infelice,
dijiste al estrecharme contra el pecho:
«Tengo un presentimiento que me dice
que no he de verte más bajo este techo».
Con un supremo esfuerzo desliguéme
de los amantes lazos
que me formaban en redor tus brazos,
y fuera me lancé como quien teme
morir de sentimiento.
¡Oh, terrible momento!
Yo fuerte me juzgaba,
mas, cuando fuera me encontré y aislado,
el vértigo sentí del pajarillo
que en jaula criado,
se ve de pronto en la extensión perdido
de las etéreas alas,
sin saber dónde encontrará otro nido
ni a dónde, torpes, dirigir sus alas.
Desató el sollozar el nudo estrecho
que ahogaba el corazón en su quebranto
y se deshizo en llanto
la tempestad que me agitaba el pecho.
Después, la nave me llevó a los mares,
y llegamos al fin, un triste día
a una tierra muy lejos de la mía,
donde en vez de perfumes y cantares,
en vez de cielo y verdes palmas,
hallé nieblas y ábregos, y un frío
que helaba los espacios y las almas.
Mucho, madre, sufrí con pecho fuerte,
mas suavizaba el sufrimiento impío,
la esperanza de verte
un tiempo no lejano al lado mío.
¡Ah del mortal ciego
confía su ventura a la esperanza…!
La ley universal cumplióse luego,
y vi en el alma, presta,
la mía disiparse,
cual mira en lontananza
torcer el rumbo en dirección opuesta
el náufrago al bajel que vio acercarse.
Bien recuerdo aquel día
que el tiempo en mi memoria no ha borrado;
era de marzo otra mañana fría,
y los cielos cerraba otro nublado.
Triste, enfermo y sin calma,
en ti pensaba yo, cuando me dieron
la noticia fatal que hirió mi alma.
Lo sentí, decirlo no sabría…
Sólo sé que mis lágrimas corrieron
como corren ahora, madre mía.
Después, al mundo me lancé, agitado,
y atravesé océanos y torrentes,
y recorrí cien pueblos diferentes,
tenue vapor del huracán llevado,
alga sin rumbo que la mar flagela,
viento que pasa, pájaro que vuela.
Mucho, madre, he adquirido,
mucha experiencia y muchos desengaños,
y también he perdido
toda la fe de mis primeros años.
¡Feliz quien como tú ya en esta vida
no tiene que luchar contra la suerte
y puede reposar en la seguida
inalterable calma de la muerte;
sin ver ni padecer el mal eterno
que nos hiere doquier con saña cruda,
ni llevar en el pecho el frío interno
de la indomable duda!
¡Feliz quien como tú, con altiveza
reclinó para siempre la cabeza
sobre los lauros del deber cumplido;
cual la reclina, por la muerte herido,
tras el combate rudo,
risueño, el gladiador sobre su escudo!
Esa, madre, es tu gloria
y alta recompensa de tu historia,
que el premio sólo del deber sagrado
que impone el cristianismo
está en el hecho mismo
de haberlo practicado.
Madre, voy a partir; mas parto en calma
Y sin decirte adiós, que eternamente
me habrás de acompañar en esta vida.
Tú has muerto para el mundo indiferente,
mas nunca morirás, madre del alma,
para el hijo infeliz que no te olvida.
Y fuera el paso nuevo,
y desde su alto y celestial palacio,
su brillo siempre nuevo
derrama el sol por el cerúleo espacio…
Ya lejos de los túmulos me encuentro,
ya me retiro, solitario y triste;
mas, ¡ay! ¿a dónde voy? ¡si no existe
de hogar y madre el venturoso centro!…
¡A dónde? ¡A la corriente de la vida,
a luchar con las ondas brazo a brazo
hasta caer en su mortal regazo
con el alma en paz y con la frente erguida!

Juan A. Perez Bonalde

Tumbas Lejanas

"La calle de las mariposas"

    (Dedicado a El Chucho y Elviro, que existieron en nuestra imaginación, para hacernos sentir todas las emociones, desde el terror, a la...