lunes, 16 de marzo de 2020

"Los de la vuelta"

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Y una noche, por esas cosas mágicas de las redes, te encontré. Mi amiga de la infancia, "los de la vuelta" "esos que vinieron del campo" decían,  nombres pueblerinos que se daban a los vecinos nuevos, para referenciarlos.

Y así como en un hueco cósmico,  allí estaba mi infancia, con su cúmulo de cosas dispersas en mi memoria, como juguetes desparramados. Esa parte de mi, tan huérfanamente alegre, tan huérfanamente triste.

Entonces, vi esa niña , su rostro de enormes ojos  lacrimosos que nunca lloraban de día, con sus brazos detrás de la espalda, balancéandose, dándome el privilegio de mirarla pero sabiendo que si la tocaba, desaparecería para siempre.
 El sol quemaba sus hombros, sus piernas tan delgadas y el cabello largo, despeinado, dorado, sosteniéndola como en su palma. Un dulce holograma hilvanado con aire, deseoso de huir.

Una escena en medio del campo, ese campo desierto donde la distancia del tiempo borra todo, excepto árboles y calles. Excepto aquella esquina , de los juegos.

Me pregunté que sentías, tan pequeña, tan desvalida, llena de miedos a fantasmas que nunca existieron. Llena de tristeza, cuando traspantaron tus pies lejos de la abuela y no pudiste apoyar más el codo en sus rodillas, ni abandonar tu cuerpo al costado de sus piernas. Ni oler sus sábanas limpias. Ni sentir el abrazo nocturno de sus rezos en arameo, acunándote mientras te dormías.

Que ángel te protegía para que pudieras continuar, ?
Quien encendía las velas a la noche y te cantaba esas melodías?
Quien te recordaba las palabras para pedir en árabe que Dios te ayudara, para protegerte de esos golpes
 alcoholizados que golpeaban tu inocencia sin culpas?

Seguramente nadie vio que eras pequeña. Frágil. Demasiado niña como estás ahora frente a mi.
 Demasiado huérfana del amor materno que te daba la abuela y el tío solterón que dejaba chocolates debajo de tu almohada.
Seguramente nadie sabrá nunca, que mataron a "Brujita," tu gallina mascota y te dijeron que una mañana la pisó el tren, pero nunca lo creíste
Como nunca creíste que tu padre se había ido para siempre, dejando a otra niña, en una soledad que nunca pudo superar, pero su dolor te hizo saber que era tu hermana.
Infancia de juguetes desparramados que hoy son recuerdos tibiamente dolorosos. Agridulces.
Incomprensibles todavía.
Porque sucedieron en medio de caramelos, mezclados con abandono y alcohol.
 En medio de muñecas y golpes de la nada.
En medio del sol que todo lo cura.
En medio de ángeles que tomaron tu mano, para llevarte siempre por el lugar adecuado en los momentos adecuados.
Chau pequeña, vuelve a mi corazón y siéntate ahí, Juega ahí, baila, ríe, toma las manos de la abuela para que vuelva a rezarte y apoya tus codos en sus rodillas y abandona tu cuerpo al costado de sus piernas que mañana cuando despiertes habrá chocolates debajo de tu almohada.

Allia Hakima kader Tetik
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