Cómo rompes mis nervios y mis sienes;
cómo sacias, con furia, con tus mieles
y con dulces caricias me atosigas;
cómo logras hacer que yo te diga
todo cuanto te digo. ¿Cómo puedes?
Es tu dulzura inmensa; no lo hagas;
son tus besos de almíbar; no me beses;
tus caricias y abrazos; no me abraces,
porque que dormido quedo en tus placeres.
¿Qué intentas, dulce amor de mis ensueños?
¿Quieres volverme loco, de quereres?
¿Qué quieres que suceda? ¿Eres de roca?
¿Acaso eres de piedra? ¿Compadeces?
Pues ten piedad de mí, mujer de hiedra;
te has adherido a mí, con cada estrofa
que la pluma describe en cada trazo;
no te alejes de mí; ven a mis brazos;
acércate con esa fuerza loca;
acerca tu regazo a mi regazo,
y mátame con besos en mi boca...!
Rafael Angel©
martes, 15 de diciembre de 2009
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